Nos contactamos con Norma Yefi, quien nos fue recomendada por el encargado cultural de la municipalidad para poder conocer más sobre la historia de Quilacahuín. Solicitamos al municipio un transporte para poder llegar al sector, pero no se pudo. Febrero y marzo se caracterizan en San Pablo por la enorme cantidad de fiestas costumbristas en diversos sectores de la comuna. Al parecer la Municipalidad está desembocando gran esfuerzo en mantener vivo el turismo local por lo que no había transporte para nosotros.
Carolina, amiga de Gisela, nos lleva en su vehículo a nuestra excursión hacia Quilacahuín, donde se desarrolla una feria de recaudación de fondos para los bomberos del lugar.
La Misión San Bernardino de Quilacahuín, fue fundada en 1794 luego del Tratado de las Canoas en 1793. Este lugar se caracteriza por estar arriba de un cerro que cuenta con un colegio, casas para el internado, negocio, cementerios, iglesia y otros.
Luego de visitar el cementerio mapuche y el cementerio de os colonos, nos dimos cuenta que se nos pasó gran parte de la mañana buscando las tumbas más antiguas y no logramos reunirnos con Norma, quien con una excelente disposición nos da los datos de otras personas que nos pueden colaborar.
Por las casualidades de la vida terminamos contactándonos con Ángela Herrera Herrera, quien vive y trabaja en la Isla de Quilacahuin en un Centro de Agroturismo que de a poco ha estado construyendo. (Link: https://www.facebook.com/agroturismoisladequilacahuin/)
Con un breve paseo en bote por el río Rahue, llegamos a su casa, donde entre gansos, corderitos, chanchos y pollos viven del turismo y eventos campestres.
Dimos una vuelta para conocer la máquina que prensa la pulpa de manzana donde hacen chicha y nos invita a pasar a su casa, donde nos muestra un tesoro como pocos.
Nos enseña un baúl de madera con muchos archivos dentro. Era el baúl de su madre María Herrera, la última matriarca de la Isla Quilacahuín, mujer que dejó un fuerte legado en tradiciones y fortaleza, que con 3 generaciones de mujeres admirablemente valientes, generó una visión de resistencia en torno al aislamiento y al clima del sector para mantener viva la tradición de la vida de campo.
En el baúl nos encontramos con archivos únicos, desde fotografías de los años 50 y 60s hasta los documentos originales de la repartición de las tierras con la Reforma Agraria.
Ángela nos ofreció registrar y escanear gran parte de los documentos que están en el baúl, abriendo un tesoro importantísimo para la historia de la Isla de Quilacahuín.
Entre corderitos nos despedimos de aquel mágico lugar, al irnos, aparte de comprar unos cuantos litros de chicha artesanal, les entregamos copia de todos los archivos digitales que logramos obtener.
Sin querer, llegamos a un lugar maravilloso, un lugar de resistencia que con el pasar de los años se transforma en un símbolo de que vivir en el campo y alejado de los estrepitosos ritmos de la ciudad es posible.