Viviana es ya nuestra amiga y nos ha brindado mucho apoyo para conocer el trabajo de la comunidad de Antihuala en torno a la defensa del agua.
El trabajo de Viviana Mora, importante defensora de la laguna, entre muchas de sus actividades culturales, es importante, porque encontramos en ella una constante comunicación a partir de su conocimiento, estímulos y apoyo a gestiones desde distintos lugares, como la economía circular, por dar algunos ejemplos. Conocimos a Vivi en nuestra primera visita a Los Álamos y fue ella quien nos consiguió la casa donde residimos. Conversamos con ella para conocer más sobre su historia.
Viviana partió estudiando Derecho, pero terminó en la carrera de Sociología en la Universidad de Concepción para luego regresar a Antihuala. Nos cuenta que ella siempre partió con la sensación de que necesitaba volver porque sentía que el territorio estaba abandonado ya que la gente que partía a estudiar no regresaba. Ella quería devolver al territorio lo que había aprendido al lugar donde había crecido, y que la ha hecho quien es.
La retribución, nos cuenta, siempre la ha tenido, desde la educación recibida por sus padres: retribuir al territorio donde está tu familia, la gente que uno quiere; es el lugar aquello que te forma, y con amor, uno debe aportar.
Vuelve a trabajar al agua, porque “Antihuala es eso” … la laguna hace un llamado fuerte; a partir del miedo que luego se transforma en recuperación. El río, para ella, es el recuerdo más dulce de su infancia. “Cerrar los ojos es recordar el río Caramávida… navidad y año nuevo, que eran los únicos días que me dejaban tomar café con crema porque llegaban las cajas del trabajo de mi papá e ibas con toda tu familia, tus abuelos, los vecinos, al río como lugar de reunión”.
Cuando regresa a Antihuala, se encuentra con una laguna que está en proceso de recuperación, y un río que estaba en peores condiciones. Piensa entonces desde sus conocimientos socio ambientales en relación a la Forestal. La implicancia más notoria sería, precisamente, por la realidad de la costa, que aún no llegaba a los pies de la cordillera. “Dije no, a nosotros no nos puede faltar el agua”. Así ella se empieza a vincular con la defensa de las aguas y conocer a las personas que trabajan en ella.
Viviana piensa que hoy hay más conciencia, quizás por distintos factores, incluso por la televisión, pero también por el contraste del pasado y el presente. El río, la zona del maqui, donde iban en familia a recolectar tenía dos metros de profundidad y ahora tiene un metro o un metro y medio.
Para el trabajo del agua entrelaza todo; desde los vínculos familiares, sociales, comunitarios, hasta la Cordillera de Nahuelbuta de donde proviene el agua, de ahí nace, nos nutre, por eso está todo conectado.