BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: La ruta  ancestral de la memoria del agua Los Alamos, Biobío - 2019 Residente: Daniela Andrea Pizarro Torres
Publicado: 3 de marzo de 2020
El Taller

“Las personas, por eso me gusta el taller, por la conexión que hay aquí. Siento que he encajado. Lo paso bien. Se hacen cosas diversas. Puedo elegir. Hicimos una canción, aprendí a tocar guitarra, algo que nunca había hecho. Aprendí a bordar. Ha sido muy lindo y eso me motiva a venir. Es novedoso, nunca lo había visto aquí. Hemos bordado los nombres de los ríos y esa es la vinculación que tenemos con el agua”, nos dice Monserrat, de 16 años.

Su hermano, de 10 años, continúa: “El taller me relaja… sentir la conexión con el agua… me hace sentir un pensamiento de calma… me gusta estar aquí… son todos amables. Me gustan las actividades que hacemos. Fuimos a fotografiar ilustraciones sobre el agua. Hicimos collage y criaturas del agua. Ahora estamos haciendo un portafolio. La actividad que más me gustó fue crear paisajes con revistas”.

“Me encanta la actividad, en primer lugar, por el amor de ustedes, porque después de todo el día trabajando, esto te desestresa. Aquí se comparte, se conocen personas, se conocen historias de la comuna que yo no conocía. Estoy conociendo mucho de mi comuna. Es muy lindo. Me gustó aprender a bordar. Ahora soy una experta, aunque nunca en mi vida había bordado, quizás hace más de treinta años atrás. Nosotros estamos recreando nuestras aguas, la comuna, la provincia”, nos dice Myriam.

Comenzamos a cerrar el laboratorio, como si este espacio de creación fuese el cuerpo en un tejido. Comenzamos a guardar cada rostro, como si cada rasgo fuese un esbozo. La biblioteca comienza a mudar su estación.

Empezar a despedir nuestro laboratorio nos lleva a sentir lo difícil que es partir; por el cariño cotidiano de las personas, por el gesto que implica compartir una mesa para crear en conjunto. Pero es la propia nostalgia la que nos lleva también a comprender la importancia de este trabajo en comunidad. No dejamos trabajos, dejamos vínculos; vínculos abiertos, como algunos bordados de nuestro tapiz que luego recorrerán la comuna para ser vistos y quizás intervenidos por otros; porque, como ya se ha leído, cada pieza desvanece la autoría. Queda la importante huella de la colectividad que es, quizás, más profunda que una firma.

Las tres personas con las que conversamos este día son de distintas generaciones; y podemos percatar que en ellas el sentimiento también es común; tanto de la experiencia como del rescate del aprendizaje. Myriam se denomina experta en una técnica que recién aprende, pero que realidad sabe por recuerdo; Monserrat se alegra en haber aprendido a tocar guitarra, sin señalar que ella lleva años tocando violín. En la estela de sus palabras queda, no el comienzo, sino la recuperación de una experiencia que deviene en un nuevo aprendizaje; es el rescate del aprendizaje y sus significaciones desde qué tan profundo un acontecimiento queda plasmado en el inconsciente que luego la imagen rescata para llevaros a un hacer que comienza desde las manos; como la poesía, pues ésta no yace solo entre libros y palabras.

Seguir con los últimos bordados, el último dibujo, ordenar los papeles que quedan en nuestro archivo… para mirar en la distancia la cartografía de los ríos, el archivo y los sonidos de la memoria, que la comunidad nos entrega. Es tiempo de terminaciones. Aún quedan pasos para cerrar. Pronto el tapiz comenzará su propio viaje hacia otros ojos y otras manos. Guardaremos con cuidado y comenzaremos a seguir la escritura de estos ríos para llevar el trabajo a colegios y comunidades, en tanto, en los próximos días, digamos “hasta pronto” a la Biblioteca Mariano Campos y a todas las personas que, continuamente y con el cariño inevitable, llegaron día tras día a las jornadas de nuestro laboratorio de creación comunitaria.

 

 

 

Parte importante de este cierre fue escuchar a Montserrat y Jorge interpretar las canciones creadas durante nuestros laboratorios.

 

Compartimos sus letras:

 

Niña de Pilpilco

 

En las aguas cristalinas sobre el puente de pilpilco

Los recuerdos de una niña; zarzamora y maqui rico

El verano ya llegaba con amigos y familia

Disfrutando en la piscina saltó al agua congelada

 

Los amores juveniles tomados de la mano

Romance pilpilcano

El agua del río

Un canto infinito

 

Voy en la ruta del río refrescando la memoria

Mi romance es con el agua pero adentro hay un vacío

Cómo admito tu belleza y comparto tu tristeza

Aunque exista la ambición del capital opresor

 

La niña está danzando, el agua entre sus brazos

Al amor va cantando

El agua del río

Un canto infinito

 

 

La Recolectora

 

Al río Cupaño en la mañana

Para juntar las avellanas

Que venderemos bien tostadas

Pa promover la vida sana

 

En El Rosal, en Panguelemo

Y en Rankilko encontraremos

Una mutila deliciosa

Que brota dulce y cremosa

 

A buscar madera nativa

Hacer un balde de ceniza

Con ella hacemos la legía

Pelar trigo con energía

 

El rico mote, el rico mote

Lleve fresquito el dulce mote

Se me hace agua la boquita

Deme un kilito señorita

 

El bosque, el más importante

Nos da digüeñes nos da changle

Ramitas llenas de bondades

En coihue, roble o en el hualle

 

La zarzamora con cuidado

Que si miras para otro lado

Te pincharse toda la mano

De sangre quedarás manchado

 

Me como el maqui con la mano

Boca y dedos bien morados

A veces hay fruto de oro

Gracias por todos los tesoros

 

 

 

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