“Los peces se desplazan en el agua / Buscan y encuentran el sentido de girar / sobre un eje invisible e inexacto / en una vida que es muy breve” escribe José María Memet en su poema “Aguas detenidas” de su libro Mapuche (donado por el autor a la Biblioteca de Los Álamos, sección que vamos revisando con paciencia).
Comienza nuestra segunda semana en terreno, al desplazo en el agua, en su memoria, su ruta, buscando, tanto en el otro como en nosotros, el sentido de girar, caminar como práctica estética, en un eje invisible aún e inexacto, pero con fundamento, dado que vamos hacia el encuentro con una comunidad que despliega, con cautela (porque sí, somos desconocidos) su abanico de recuerdos.
Al pensar esta analogía con nuestro trabajo, el poeta continúa: “Cuando se quiebra la pecera / se escurre el agua entre los dedos / Sostener el agua deja cicatrices en las manos / los vidrios alimentan las heridas”. Pensamos: quebrar la pecera como quebrar el encierro al hacer un llamado abierto, tratar de hacer un quiebre que se erige para la contemplación, no la participación y la pregunta. Si el agua escurre, es porque el agua, como hemos escuchado atentamente, es abrir, urdir, un recuerdo tras otro; el despliegue de las aguas va hacia el devenir de los recuerdo. Por último, la herida, es el sentimiento que no se encuentra, se siente de pie frente a la historia, urdido subterráneamente en las plazas por las pérdidas y el aislamiento de algunas de sus poblaciones.
“Todos los ríos van al mar, pero el mar no se desborda” dice un proverbio. Estando en Los Álamos, debíamos ver por primera vez el mar desde esta construcción de mirada. Llegamos el domingo en la tarde a la costa de Lebu en relación a la pregunta sobre el lugar que ocupa la costa para reflexionar, desde ahí, sobre los ríos, los caudales, que se albergan en nuestra zona; ¿cómo un río puede ser un llamado hacia la memoria? ¿Dónde comienza y dónde termina, como agua, fluvial, recuerdo?
La conversación en movimiento nos prepara para la actividad del próximo jueves; la convocatoria comunitaria de activación. El día lunes sostuvimos una larga jornada de trabajo, dentro de la Biblioteca, primero para organizar junto a su equipo la reunión y luego preparar el material para su convocatoria en relación a la lectura de los planos y las imágenes que han permanecido en nuestro recorrido. Su realización es textil, por lo tanto guarda mesura en su tiempo, es silenciosa. Puntada a puntada, la aguja representa esta cartografía; la interrupción, los pies; ríos, araucarias, territorios.
El día martes, conversamos para prepararnos con posibles conceptos que podrían emerger en nuestra primera reunión comunitaria… Hacemos énfasis en la “probabilidad”, porque en comunidad no hay lineamientos estrictos ni certezas sobre las palabras que representamos: “Ruta ancestral de la memoria del agua”.
Lo que aparece en nuestro diálogo es que el agua es polifónica y entra a nuestro glosario. El encuentro se dispone para que una voz tenga la disposición de articularse con un otro. Debemos poner atención en cómo se expresarán las propias dinámicas comunales de la cultura entre los habitantes, y si han existido otras experiencias colectivas en el territorio que no sean parte del registro oficial, así entregarle valor a las micro políticas de organización cultural de personas que, quizás, hayan decidido reunirse para organizar otros proyectos que han permanecido en silencio. Debemos, también, proponer un compromiso para construir la obra por aparecer; proponer no forzar, prestar atención a las diferencias, a aquello que no se ha homogenizado; guardar cautela en nuestra escucha, generando un espacio de intimidad y seguridad, brindando lo colectivo como una forma de cuidado.