Tras la jornada del día anterior, el viernes fue un momento de reflexión personal para pensar en cómo seguir hilando nuestro proyecto con actividades relacionadas a lo que cada participante contribuyó a partir de su memoria. Pensamos en construcciones y sabidurías propias para seguir conformando este proceso. Nos dimos la posibilidad de macerar nuestras ideas hasta el inicio de la próxima semana.
En la tarde del día viernes, uno de nuestros compañeros de residencia, Jorge Lagos, director de teatro, inauguraba con su “Colectivo Inhabitado” una obra llamada “Lawen: la visión de Janekeo”, presentada en el marco de una jornada de medioambiente en la Plaza Caupolicán de Cañete. La obra no está dentro de las actividades territoriales de nuestro proyecto, pero Jorge, como compañero, sí, por lo que fuimos a ver su obra.
La historia, dirigida a un público infantil, es de primera apariencia sencilla: una niña llamada Janekeo hace un viaje para a la cordillera de Nahuelbuta para buscar Lawen (medicina ancestral Mapuche) para su abuela enferma, dado que cada día es más difícil encontrarla por los cambios de las riveras que rodean hoy sus ríos. Junto a una Loika, Janekeo comienza esta travesía para encontrar la medicina.
Sin resquemor a tener que apegarnos a límites específicos, porque la memoria y el agua cruzan todo lo que les colinda, hasta su salida al mar, la presentación de esta obra es importante, pues son varios los cruces que podemos hacer entre este relato y lo que aparece en nuestra actividad de día jueves. Ante las problemáticas de las aguas —en esta oportunidad, específicamente de la comunidad lafkenche— hay una emoción transversal tanto en la audiencia, sin importar su rango etario, como con quienes desplegaron estos temas el día jueves. Podemos hablar de dolor, historia, desaparición, incluso economía, como hemos ido desmenuzando; lo que rescatamos hoy es cómo a través de una obra el agua es un desborde.
Como vimos en nuestra actividad del día jueves, hablar/trabajar en relación al curso del agua encuentra a todas las palabras de nuestro proyecto: la memoria, lo ancestral, sus rutas. La consciencia que guardan los habitantes de Los Álamos es una columna vertebral que reúne a distintas subjetividades, no a un solo grupo específico. La atención es abierta, no tiene edad, dado que los niños siguieron la obra con cautela a través de los personajes, las máscaras, las canciones. Sin embargo, el porqué de la desaparición del Lawen era un sublenguaje que estremecía a todos quienes estaban presentes.
Cerramos el día viernes compartiendo en el Café Mirta de Cañete, en la esquina de la Plaza Caupolicán —café que se caracteriza por tener productos para personas con diabetes— conversando sobre la obra con varias personas sobre la obra.
De regreso a Antihuala, decidimos ingresar la obra a nuestra bitácora, por guardar estos elementos que debemos conservar en la Residencia; la manera de incluir, jugar, rescatar testimonios, discutir las consciencias; con gente mayor, jóvenes, y también niños. Entender la importancia que tienen los niños en nuestro proyecto. Aprovechamos también de felicitar a nuestro compañero Jorge y el Colectivo Inhabitado por llevar a cabo esta obra y realizar su función en un espacio público, que permite la entrada y salida de quien transcurra, libremente, por el lugar.