BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Confluencias (o el lugar de un encuentro) Las Compañías - La Serena, Coquimbo - 2018 Residente: Isabella Francisca Sottolichio Cortés
Publicado: 14 de noviembre de 2018
Museografía personal en la Escuela

Luego de varios encuentros con la Directora y otros profesionales de la Escuela Carlos Condell, al fin hemos podido partir con nuestras jornadas de tesoros y curiosidades en este lugar. Se trata de un colegio que tiene alrededor de 800 alumnos y se encuentra a tres cuadras de la Sede/ Cecrea, por lo tanto recibe a varios niños y niñas que habitan el sector. Si bien el colegio es muy grande, en general se trata de un espacio donde se concentra mucho estrés, los conflictos que hay a diario son importantes, tanto de niños/as como de profesores/as.  Ante este escenario, decidimos solo invitar a cuatro 4tos básicos a participar de estos encuentros. Hicimos una convocatoria en sus respectivas salas, para explicarles que nos reuniríamos para construir un pequeño museo de tesoros  y curiosidades de ellos mismos.

Para poder concretar el interés de cada uno/a,  los invitamos a inscribirse al día siguiente en un lugar donde recibirían una carta personal que les daría las primeras señales para iniciar las jornadas de trabajo.

Escribimos 20 cartas a mano y nos faltaron varias más. En ésta, los invitamos de forma más afectiva y personal a participar, pidiéndoles que trajeran una foto u objeto valioso. Así, el miércoles 14 fue nuestra primera reunión de reconocimiento, observación y creación. Partimos relatando  y observado imágenes  de  gabinetes de curiosidades, hablamos de las primeras colecciones privadas, de los viajeros que recolectaban objetos y de las primeras reuniones que se realizaban para poder comprender el mundo a partir de sus vestigios. Luego, conversamos sobre los tesoros de ellos/as, de lo que alguna vez coleccionaron, hasta que finalmente llegamos a la palabra “museo” y los invitamos a jugar a hacer una exposición.

Claramente no tod@s los niñ@s trajeron lo que se pedía en la carta, pero el ejercicio resultó igual, hubo niñas (solo ellas) que sí llegaron con fotos y algún objeto, el resto improvisó con lo que llevaban en sus mochilas. Tod@s propusieron y montaron. Al final nos faltó tiempo, les encantó manipular el espacio interior de la caja, cambiando de posición los objetos,  suspendiéndolos con hilos de pescar, usando papeles de colores, mirándolos de lejos, intercambiando opiniones entre ell@s.  Así, de una jornada  museográfica, nos pasamos al acto  simbólicos de habitar un pequeño cuadrilátero,  un espacio personal que solo era de ell@s.

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