BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Tesoros del Cerro Andacollo, Coquimbo - 2019 Residente: Claudia del Fierro
Publicado: 24 de enero de 2020
Al otro lado de la cuesta

Este viernes tenemos reunión con el equipo regional de Red Cultura en La Serena, junto con los otros artistas residentes en la región. Cuando nos visitó Sybila nos dejó su auto hasta la próxima visita, lo cual ha sido muy útil para movernos al liceo con equipos y materiales, así como salir a conocer los alrededores y otros poblados de la comuna. Todavía nos debemos un paseo a los sitios arqueológicos, a los Cerro El Toro y Churque, al Observatorio Collowara, a Manganeso y a Corral Quemado, pero no hemos tenido tiempo porque las actividades y talleres toman mucho tiempo de preparación. Me veo un poco sobrepasada con el visionado de los materiales que graban las niñas, porque me he propuesto cada semana ordenar y hacer una preselección para mostrarles. Si no, al momento de editar no nos va a dar el tiempo de visionar todo en colectivo.

 

Con un poco de susto, bajo por segunda vez manejando la cuesta de Andacollo, que tiene 29 curvas, algunas muy cerradas y en altura. Llegamos a La Serena a las 10 de la mañana, a tiempo para la reunión. Nos espera María Rosa con desayuno, llegan Juan y Ximena desde El Chañar y nos cuentan que se vinieron por la ruta Antakari, por los cerros hasta Vicuña. Dicen que es hermoso, la continuación del camino entre Andacollo y Río Hurtado que tampoco hemos tenido tiempo de conocer. Luego llega Javier que viene desde Montepatria. María Rosa nos ha pedido que hablemos de nuestra experiencia hasta ahora, problemas que hemos enfrentado y especialmente la relación con las comunidades. Nosotros llegamos un mes antes que Juan y Ximena, Javier ha sido el último en instalarse. A todos nos demoró la partida al territorio por las repercusiones de la rebelión popular del 18 de octubre. Contamos nuestra experiencia, enfocándonos en el desarrollo de las actividades, la recepción aun desconfiada de algunos agentes locales, la relación con el municipio. Rescatamos el compromiso y cariño de la gente que nos ha aceptado, pero aún tenemos baja participación, excepto en la escuela de verano, que es una instancia que ha sido posible gracias a la convocatoria pre-existente. Nosotros ya estamos en una etapa de mucha actividad y enfrentando los problemas del diseño presupuestario que exige el programa: a veces necesitamos traslado para los participantes, tenemos que costear las colaciones y onces que realizamos semanalmente de nuestro bolsillo, hasta ahora la Muni no nos ha proporcionado este tipo de apoyo. También nos limita la falta de personas en el equipo de trabajo. Sybila y Valentina han venido puntualmente, porque tampoco podemos pagarles un honorario de jornada completa. Así mismo sus pasajes, bencina, peajes desde Santiago salen de mi honorario dentro de la asignación de responsable, y en este caso constituyen un monto considerable ya que en temporada de verano suben los pasajes al doble o más. Si bien la gente tiene más tiempo en verano, en espacial lxs niñxs, también hay desventajas por hablar empezado tarde el proyecto. Hemos tenido que adecuarnos, estamos pensando quedarnos un par de semanas de marzo, pero eso no está contemplado en el presupuesto.

 

Es un agrado conversar con los otros residentes y escuchar sobre su experiencia, que recién comienza, en localidades más rurales que Andacollo. Esperamos poder visitarlo y conocer, si es que nos da el tiempo. Los dejamos también invitados para la trilla en febrero, o para nuestras actividades públicas, que serán hacia el fin de nuestra estadía.

 

María Rosa nos pide que la mantengamos informada sobre las actividades y espera poder visitarnos. Luego de almorzar juntxs, aprovechamos de hacer algunas compras y ver el mar antes de volver a Andacollo. Alcanzo a subir la cuesta antes de oscurecer, el sol se está escondiendo entre los cerros, no deja de estremecerme el paisaje seco, los colores cálidos, la imponente muralla de roca que atravesamos. Pasando el rayado de Aquí se le cayó la carga a mi tío Carlos ya me siento en casa mientras comenzamos a bajar hacia el valle. Pasamos la Cruz Verde y voy pensando que nunca imaginé vivir en este lugar. Cae la noche y Santiago parece un sueño lejano mientras pasamos los relaves que rodean los juegos infantiles, la Basílica Menor y señalizo hacia la derecha para subir por la Calle Ríos, pasado el Registro Civil, donde hay un perro gigante del vecino esperando en la puerta.

« Ir a residencia