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Residencia: Llegó de Melinka Melinka - Centro Cultural Ascención, Aysén - 2019 Residente: Paulina Martínez Marín
Publicado: 30 de enero de 2020
Ballenas

Soy unos ojos nuevos pero la isla es la misma todos los años. Pero soy unos ojos nuevos y por eso la isla es distinta. La misma y distinta. Veo y no veo, a través de cristales, de parabrisas empañados y lluvia, de fotografías viejas, de bitácoras, de pinturas, de puntos de vista que no pueden verse a sí mismos como uno no puede ver su rostro mientras no mire un reflejo. ¿Cuántas veces he venido a ver sin ver ballenas? ¿Cuánto supe antes de una isla y un pueblo que todavía no conozco? Figurillas de madera y nada sé, colas colosales y misteriosas hundiéndose en las fotos de los llaveros y los recuerdos, en atardeceres imposibles y nada sé. Gigantes, gigantescas y solemnes, flotando en todos los murales, gravitando como un sueño en los espacios públicos. ¿Cuántas miradas se necesitan para conocer algo realmente? Miro de nuevo y ya no están, miro de nuevo y soy otro.

Es la segunda vez que sueño con ellas, después de salir en lancha buscándolas. Soy unos ojos nuevos y ellas unos ojos viejos. Ya veo que tiene muchas muchas capas como el pan de luche conocer cualquier cosa. La primera vez que miramos algo, la segunda vez, la tercera vez que comemos algas. A veces pienso que la primera mirada es más real, que luego la enturbian los juicios o el cariño. Pero ya vienen las terceras y las segundas y aprendo mirar olvidándome, a mirar en capas, a hundirme en la mirada y ver de nuevo, por primera vez un lugar que ya vi antes. A releer este déjá vu para entenderlo.

“Que no nos conocemos realmente, no nos conocemos todavía” me dicen, y así de a poco nos vamos conociendo. Siento que sí he visto ballenas, pero no con la realidad con que vemos en la calle a los perros. Lo que he visto toda la vida son imágenes, son imágenes de ballenas. ¿Pero son por eso menos reales? Así como ver un perro, en la lancha no vimos ninguna. Sin embargo esa noche soñé que saltaban ante nosotros, más reales que nunca y sublimes, inundando el pueblo e infinitas. Quizás alguna vez veo una y como una manchita en la distancia, como una mosca la ballena azul, el animal más grande del mundo, un secreto, un milagro, un misterio, un tesoro. ¿Venir a Melinka y ver ballenas? Una fantasía, una mentira, una posibilidad, una promesa. Releo estas palabras para ver si falta algo, y nadan.

Santiago

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