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Residencia: Llegó de Melinka Melinka - Centro Cultural Ascención, Aysén - 2019 Residente: Paulina Martínez Marín
Publicado: 27 de diciembre de 2020
Lo que llegó de Melinka

La residencia demostró que además de llegar cosas a Melinka, te encuentras con muchas otras que de ella provienen. Salen de la isla convertidas en jóvenes que van a estudiar, en experiencias que comparten quienes vivieron allí, en ondas sonoras de quienes escuchan la transmisión de la radio Namar en sus lanchas, en videos de ballenas compartidos en redes sociales o en camiones con postales melinkanas que llegan a Puerto Montt.

Rebuscar en estas cosas con los melinkan@s fue lo que estuvimos haciendo este tiempo. Así nos encontramos con lo que la isla provee, con aquellos riquísimos recursos naturales y culturales que encuentras, que te alimentan, abrigan, embargan de misterios, mojan y dan calma cuando retratas su atardecer. Hay otras que desbordan como la basura, el robo de la luz, la caca, los perros o los conflictos que reposan años sin hablar. Lo que llega, como los afuerinos, los jóvenes que vuelven de estudiar y los víveres, y lo que escasea como el agua potable y las oportunidades laborales. Nos adentramos en esto con los peces y sus preguntas interpeladoras que recolectamos en nuestro quiñe hechizo, en las invitaciones a tomar mate y en las largas conversaciones que los encuentros de co-creación semanales aportaron.

Junto a algun@s melinkan@s interesad@s en seguir conversando y en construir espacios que habilitasen la diferencia y la posibilidad del disenso, creamos plataformas para expresar aquella identidad guaitequera en permanente construcción. Así espacios como el programa en la radio de don Narciso, las recaladas de mateadas y el mapa virtual, se convierten en escenarios para la conversación e intercambio entre isleñ@s, afuerin@s, recién llegad@s y con quienes emigraron hace un tanto. Cruzando distancias en lancha desde el grupo peligroso o en la cercanía de un mate compartido. Con niñ@s, adultos mayores, empresari@s y artesan@s y en donde el juego de mesa aparece para habilitar un espacio que va más allá del intercambio. Así, este coquetea con la negociación, la proposición y la construcción colectiva de ideas para la isla, con el ponerse en el lugar del otro, ya sea este perro o pueblo originario. Para soñar la isla e imaginarla junt@s.

La residencia no trató tanto de hacia dónde va Melinka o hacia dónde llegará. En este tiempo de creación colectiva nos quedamos disfrutando más del revolotear, el negociar, el ir y venir, armar y deshacer. Aspectos que encontramos en la performatividad de las conversaciones que las plataformas que construimos promueven. En ellas no hay discursos preparados, lineales y fijos. Hay más devenires, dudas, sueños. Decepciones, frustraciones y faltas. Ganas de hacer, búsquedas y alianzas.

Creo que esta residencia sostuvo esas ganas de conversar y les supo dar cabida.

 

Paulina Martínez

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