BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Llegó de Melinka Melinka - Centro Cultural Ascención, Aysén - 2019 Residente: Paulina Martínez Marín
Publicado: 19 de diciembre de 2019
Isla de perros

En la isla hay perros.

Hay de perros sin dueño, o cuyo dueño desaparece cuando este ha mordido a alguien.

Reaparece ante un perro atropellado, con los que nada mucho se puede hacer porque no hay veterinaria.

Hay perros caníbales con quienes tienes que tener cuidado cuando vas al vertedero.

Hay de diversos estilos. Peludos para protegerse del frío, con rastas o de pelaje corto.

Hay perros copuchentos como los de la señora Rosita, cuando la Madonna le cuenta secretos a la Shakira.

Y están nuestros perros: el Chico y la Linda que nos mueven la cola para convencernos de dejarlos entrar.

 

Dicen que hay que cuidarse de algunos, que se acercan sigilosamente por la espalda para morderte de un salto en la pantorrilla. Casi me lo hizo uno ayer en la costanera, pero logré detenerlo con mi grito amenazador. Un vecino que vio la escena me mostró su pierna. Tras arremangarse el pantalón roto, dejó ver las marcas que le quedaron del otro día…

“Pero este otro es mansito me dice él…”

 

La muni los esteriliza.

Los veterinarios vienen por tres días.

Los niños sugieren crear una perrera, pero luego se arrepienten.

Prefieren llevárselo a sus casas:

“(…) pero un día un niño muy tierno se lo llevo y se lo quedo y lo alimento y se lo llevo, fin.”

 

Paulina

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