No me había atrevido a intentar responder a esta pregunta, pero la visita de Pitoto anoche me hizo volver a pensar en ella. Y es que ya casi terminando la residencia creo que me acerco a entender tal espíritu. El cual no puede responderse fácilmente con el relato de ciertas acciones como tomar mate, andar en chalupa a vela, comer sierra con milcao, secar la cholga, o cuanta cosa propiamente melinkana se nos ha presentado este último tiempo. Y es que tal espíritu trasciende la mantención de ciertas actividades como bien nos enseñó Elisabeth, quien recalcó que el espíritu guaitequero también se encuentra presente en los jóvenes, quienes quizás ya no mantienen las actividades tradicionales. Intergeneracionalmente hay un reconocimiento infinito a lo propio. Se aprecia en la semana melinkana. Carnaval cuyo espectador no existe, pues es el mismo melinkano quien ofrece y recibe el carnaval. Qué bueno que haya habido paro y haber impedido la llegada de cantantes afuerinos pienso yo… para coronar esta fiesta de Melinka para Melinka.
Mientras seguíamos el recorrido de los carros alegóricos, una vecina incitó al resto con su canto a corear la canción del curanto…
Con candidatas a reina extranjeras visibilizan que el espíritu guaitequero también lo pueden tener los de afuera.
Ser isla parece parte fundamental del espíritu guaitequero. Para inundar el ambiente de aires propios. Que mixturan y empapan a las golondrinas que vienen de paso por la isla.
Ser islas. Desplazarse por el grupo peligroso con completo dominio de dónde están los bajos.
Ser chilotes.
No tener nacidos en la isla desde ya varios años.
El espíritu guaitequero nos lleva a ampliar la forma de entender lo propio. Lo propio propio no existe y es todo pura mixtura. Es tal mixtura la que conforma el espíritu.
Lo encuentras en el montón de fotos de los atardeceres que inundan instagram todas las noches.
Hay un amor loco por Melinka y de alguna manera se percibe en las relaciones. En la entrega para que el afuerino se lleve algo de esta querida. Una querida imperfecta, machista y con problemas debajo de cuanta piedra levantes. No hay afán por romantizar la isla y quizás por eso no había podido percibir su espíritu sino hasta ahora.
“Entiéndenos primero Paulina, ya veremos cómo resolveremos nuestras cosas. No sean como la invasión de EEUU a Irák”.
Y nos movemos con cautela, aunque a ratos nos atolondremos y sintamos orgullosos con esto que se ha ido gestando. Con que nos detenga una guaitequera choriza, gran dirigenta vecinal para decirnos que lo estuvo pensando y que encuentra que nuestro proyecto igual es interesante.
¿Y cuál ha sido su gracia? ¿Habrá podido acercarse a tocar ese espíritu guaitequero? A removerlo, a activarle preguntas, a integrarlo, a visibilizar matices, contraponer perspectivas…
No tengo idea.
Sólo sé que la pregunta por el espíritu guaitequero podría osar responderse.
Paulina