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Residencia: Tesoros del Cerro Andacollo, Coquimbo - 2019 Residente: Claudia del Fierro
Publicado: 18 de diciembre de 2019
El pueblo de las dos torres

Llega el día de la primera actividad con la comunidad de Maitencillo, poblado ubicado a unos kilómetros al norte de Andacollo y que forma parte de la comuna. Junto a Carolina Osorio, la presidenta de la Junta de Vecinos, hemos estado organizando esta reunión para conocer a la comunidad y convocarlos a participar de una serie de actividades durante los meses de enero y febrero, con miras al registro y puesta en común de ¨los tesoros de Maitencillo¨. La semana anterior hice un afiche e invitaciones que Carolina repartió entre los vecinos. Algunos han confirmado, así que estamos optimistas de la convocatoria. El lunes por la tarde ha llegado Valentina desde Santiago, que en esta segunda visita nos va a apoyar con la dinámica de grupo para facilitar la conversación y las confianzas.  Estamos preparados, hemos convocado a una Mateada por la tarde, en la sede del Club Deportivo.

 

Luego de algunos imprevistos, Danisa, la vecina de Carolina, nos abre la sede y nos ayuda a preparar el espacio y la cocina. Hemos encargado pan amasado a otra vecina. Justo llaman a Carolina para trabajar en el jardín infantil del Peñón, pero vuelve temprano porque hay paro. Pasado las 5 de la tarde comienza a llegar la gente. Cuando somos alrededor de 10 personas, comenzamos la conversación mientras tomamos algo frío y esperamos que vayan llegando más. Yo cuento un poco sobre el proyecto de residencia y Valentina se hace cargo de facilitar la sesión y llevar el tiempo. Una ronda de presentaciones, cada uno va diciendo su nombre y qué le gusta hacer, nos abre el espacio para hablar de huertos, cocina, labores domésticas, trabajo, familia deportes. Valentina va guiando la sesión y llegamos a la segunda etapa sobre los tesoros, las cosas valiosas de Maitencillo que podrían ser trabajadas en el proyecto. Casi todos los asistentes son familia, porque Maitencillo es chico, pero hay una variedad de ocupaciones e historias. Algunos vienen llegando después de unos años fuera, otras han estado siempre aquí. Llegan pocos niños, pero Nacho, el hijo de Carolina se une la conversación. Hablamos sobre los cuentos y leyendas de Maitencillo, las historias antiguas. Matías nos cuenta su afición a la lectura y aporta con sus conocimientos sobre los mitos locales. Aparecen la llorona, la guagua con colmillos de oro, los duendes, todas tienen alguna historia que contar, de sus abuelas o padres. Es recurrente el tema de las antiguas torres de la aduana que fueron demolidas cuando se hizo el camino nuevo en los años 90. Era nuestro patrimonio- dice Carolina, aquí la gente venía y sabía que al llegar a las torres ya estaba llegando a Andacollo, se nos conocía por las torres, no tenían para que haberlas botado, protestamos para defenderlas, pero no nos escucharon. Noto que el escudo del club deportivo lleva las dos torres dibujadas, porque aquí era la aduana en la época de la fiebre del oro, una importante parada para el intercambio comercial.

Comento que hemos pensado realizar algunas excursiones con niños y adultos en la localidad y pregunto cuáles son los lugares y personas para conocer y mostrar. Las quebradas, huertos, las antiguas minas, hay un mirador, hay un lugar donde había pozas de agua, los olivos, la señora que hace los dulces, la gruta de San Antonio, la iglesia, la cancha, la escuela. Nos movemos hacia el mesón grande que hemos preparado con materiales. Un plano esquemático de Maitencillo con el camino principal servirá para ir mapeando los tesoros. Valentina comenta unas instrucciones muy breves y comienzan a surgir los hitos. A pesar de que hemos hablado de cosas concretas, en el mapeo aparecen conceptos y elementos más complejos. En mi cabeza los tesoros podrían ser recetas locales, plantas, canciones, personajes, pero la realidad es más entretenida. Por ejemplo, un elemento que aparece en el mapa es el aluvión que azotó la localidad al menos 3 veces en los últimos 40 años. Al elaborar más sobre el tema, el aluvión es una memoria viva de la dureza de la vida en Maitencillo y también de la resiliencia de su gente y de la solidaridad. Aparecen también las osamentas indígenas de la cultura Molle, lo que somos, lo que hemos perdido.  La tranquilidad es un tesoro aquí, la vida es muy tranquila. Se menciona también a la profesora Estela Díaz, antigua normalista de la localidad que representa la educación autoritaria de antaño que formó a los abuelos y padres. Se recuerda a la partera Antonia Díaz, que trajo al mundo a muchos cuando no era necesario ir al hospital de Andacollo o Coquimbo para dar a luz. Matías posiciona un comentario sobre la sociedad de consumo y como pone en riesgo a la forma de vida tradicional de Maitencillo, los jóvenes se van. Hay mucho material que aparece en muy poco rato y que va generando conversación y crítica. El grupo participa mucho y hay muchas opiniones.

 

Volvemos a la mesa y compartimos unos pancitos con queso. Está demasiado rico el pan amasado. Hacemos una ronda más de mate y conversación, para ir resumiendo el trabajo y conectar con lo que se viene. A partir del mapa que hemos generado en esta sesión elaboraremos las actividades para el verano. La primera actividad será una excursión, una caminata por las quebradas donde podríamos registrar el paisaje y la naturaleza. Danisa sugiere que se vaya recogiendo basura y hagamos conciencia sobre el medio ambiente. También llevaremos cámara de video y haremos un picnic. En otra sesión podríamos reunirnos en la sede vecinal para cocinar una carraca minera, o hacer dulces con los niños. ¿Haremos videos de todo y después los mostramos? Los niños pueden presentar los videos. También podemos invitar a mi Papá dice Danisa, él es minero y nos puede hacer una sesión sobre los minerales y un recorrido a los marayes. ¿Y podemos hacer una sesión de contar cuentos antiguos en la noche con algunos mayores y niños?  ¿Una exposición con fotografías de la gente? Anotamos muchas ideas.

 

Se nos hace tarde. A las 8 la mayoría deben volver a sus casas y nosotros tenemos que salir a esperar un bus de vuelta a Andacollo. Nos despedimos con mucho cariño y quedamos de juntarnos pronto con Carolina para ir coordinando la primera actividad, en enero. De vuelta voy mirando el cerro, por ahí se ven los socavones de las minas y los aleros por donde salen los duendes.

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