No es tan fácil llegar a Melinka. Aunque ayuda no nos faltó, en cada lugar nos ofrecieron ayuda con la carga, nos sentimos bienvenidas desde antes de llegar.
Partimos desde Santiago: Avión. Bus. Hostal. Barcaza: Melinka.
Dormir en hostal no estaba planificado, sólo paramos a comer algo para tomar la barcaza de las 23:00, pero no fue posible, el clima se interpuso, tuvimos que partir a la madrugada del día siguiente. A los del centro, en la ciudad, no se nos interpone mucho el clima, no muy seguido al menos. Pero en este viaje, ya se nos presenta y nos dice: “aquí te vai a tener que relacionar conmigo, no me podí hacer el quite”. Al llegar a la isla nos comentan que inesperadamente para estos días nos tocó lloviendo, que “la isla se nos quiso mostrar tal cual es casi todos los días del año”.
La primera salida a comprar víveres salimos con nuestro paraguas. “Aquí no se usa mucho el paraguas” nos dicen, “no sirve de mucho”. Ya vamos aprendiendo.