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Residencia: Llegó de Melinka Melinka - Centro Cultural Ascención, Aysén - 2019 Residente: Paulina Martínez Marín
Publicado: 20 de febrero de 2020
Melinka está online

 

Cuando la Pauli me habló de Melinka, lo primero que hice fue googlear. Salmoneras, ballenas y Pancho Saavedra, ¿qué es este lugar? Vi la isla a través de la prensa, o con los ojos de la institución, hice un recorrido en Google Maps. Pero, ¿y los melinkanos? ¿Era realmente este el lugar donde viven?

 

Abrí instagram. #Melinka, fue lo primero que tipeé. Más allá de las selfies con filtro, me aparecieron paisajes de la isla musicalizados, atardeceres en la costanera, frases en prosa, y transmisiones en vivo. “Hazme una pregunta” se repetía. “Ya po, pregúntenme algo”, frase repetida entre los protagonistas de estos shows autogestionados. Había orgullo, había ganas de mostrar y sobre todo, de hablar.

 

En plena plaza, casi siempre abierta, está la tienda de telefonía móvil, frente a las ruinas del cybercafé. En la misma plaza con wifi gratuito, que permanentemente congrega un grupo intergeneracional, sentados con su celular.

 

Creamos @llegodemelinka, con una cuenta en Instagram y otra en Facebook. Que hable Melinka! era nuestro slogan, y nuestro real deseo. Agarramos las preguntas recolectadas en distintas actividades, hechas por los mismo melinkanos. De la red de pesca en que estaban, las pasamos a la red virtual.

Cuidadosamente, buscamos los perfiles de los habitantes de la isla, queríamos conocerlos y que nos conocieran. Tratamos de crear un espacio solo para ellos, y por eso la selección fue exhaustiva.

 

Muchas preguntas, pocas respuestas.

Las ganas de hablar en la isla son tantas como el miedo de hacerlo.

 

“Me encantaría responder, pero no puedo”

“Es que aquí no se puede hablar”.

 

Un día empecé a hacer las preguntas en una casilla anónima, al fin llegaban respuestas. A medida que aparecen, las voy publicando en las historias. Se puede conocer la opinión del otro, a veces se comparte, a veces se debate. Con el tiempo, la timidez en las declaraciones va desapareciendo. Cada vez las palabras son más honestas, al fin estoy conociendo Melinka.

 

Una notificación ilumina mi palma: “¿Cuál es la pregunta de hoy?” “¡Tengo una pregunta para su juego!”

 

Con cada frase, me siento más parte, menos afuerina. Entiendo ese goce del anonimato. Especialmente en una isla donde todos son alguien, debe ser un placer tener esta libertad para expresarse. Somos testigo de tus miedos, tus esperanzas, tus penas, tus dichas. No se quién eres, pero estamos a un click de distancia.

 

Pilar

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