Dejamos Santiago con destino a Andacollo, a tres semanas del estallido social que ha removido a nuestro país. Aún no he tenido tiempo de procesar todo lo que ocurre en Chile, todo ha cambiado para nosotros, hemos estado participando en el movimiento y en actividades ciudadanas y del sector cultural. Viajamos con sentimientos encontrados y preocupación. El proyecto comienza más tarde de lo planificado y no tengo claro cómo, pero seguro el escenario será diferente de lo que experimentamos hace un par de meses en el territorio.
Llegamos un domingo en la tarde y todo se ve tranquilo. El sol pega fuerte y recién comienza la brisa de la tarde. Comenzamos a instalarnos y volvemos a recorrer el centro, ubicarnos en el barrio. Comienza la semana y empezamos a comunicarnos con los contactos que hemos conocido en la primera visita. El martes hay paro nacional y nos encontramos con alguna gente en las marchas. Hay mucho movimiento: dos marchas durante el día y un acto cultural para cerrar la jornada. Familias y gremios marchan pacíficamente por el centro. Nos enteramos que el paro va para toda la semana en las dependencias municipales, por lo tanto, no podremos reunirnos con el encargado de cultura, o la encargada de la biblioteca. Concertamos una reunión con María Rosa, la encargada de Red Cultura en La Serena.
Queremos comenzar a conocer y participar de las conversaciones que están ocurriendo, escuchar lo que ocurre, para poder comenzar a situar el proyecto en el contexto local. Sabemos que en este momento las comunidades se están juntando a conversar en todo Chile y queremos hacernos disponibles para apoyar este proceso en el lugar que será nuestro hogar durante los próximos meses. Si bien las puertas están cerradas y no logramos aun dialogar con la comunidad, estamos optimistas de poder acercarnos, y también sabemos que todo está abierto a transformaciones.