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Residencia: Suelo común, conectando territorios Renaico - Observatorio Regional de Participación y Desarrollo Cultural de Renaico , La Araucanía - 2019 Residente: Margarita del Carmen
Publicado: 29 de diciembre de 2019
El corazón es una estación

 

Esperando a que un tren maderero pasara para filmar una escena, nos encontramos con Oswaldo, un hombre sonriente y ligero, quien es operario de la EFESUR. Le preguntamos que cuándo pasaría el próximo tren y ya nos convidó a entrar a su sala de trabajo. Ahí adentro, una mesa grande de metal con mapa, perillas y luces, un magneto y algunos artefactos robustos de fierro color rojo con grandes sellos marcando su origen británico. Todo es de otra época, todo se anota a mano en un enorme cuaderno de planilla y con la ayuda de una radio y un teléfono, campanillas, dínamo y unos juegos de llaves sacados de una historia de ciencia ficción, nos mostró con sumo detalle cómo todo funciona, de forma mecánica, robusta antigua pero segura. Mientras nos enseñaba todo esto, lo llamaron por radio para consolidar movilización entre Mininco y Coihue, comenzamos a filmar.

 

Oswaldo nos contó también de cómo él llegó a trabajar aquí, Renaico, Chile. Con dos estudios universitarios dejó Venezuela rumbo al sur en busca de trabajo, dejando a su familia allá en casa. Lo hizo en bus por mas de diez días. Nos contó que en su trayecto vio parajes muy hermosos, gente amable, pero también cosas horrorosas que jamás imaginó ver.

 

Pronto llegó Luis, sonrisa y cabello brillante, quien también trabaja en uno de los turnos de la central de tráfico ferroviario aquí en Renaico. Luis es deportista de variadas disciplinas. corridas, bicicleta, pesas, y boxeo. Es a demás instructor de boxeo aquí en la comuna. Su amabilidad y ligereza ante las cosas nos abrió a su casa. En la salita de al medio – la antigua sala de espera de la estación – tiene su gimnasio personal. Su pieza está construida dentro de la boletería y en el cuarto de mas allá, se alberga una pareja de ancianos desde hace dos años atrás. Nos cuenta que los ancianos eran alcohólicos y vivían en la calle con una miserable pensión. Que la abuelita ya estaba mal y que él les dio cobijo antes de que llegara el invierno de aquel año.

 

Nos conmovió tanto entrar a esta  vieja estación y encontrarnos con esta especie de “ocupa legal”, una convivencia y mutualidad tan inusual. Pensar que esta estación es una nostalgia tan grande para la gente, pero que allí adentro, en el corazón de la ruina hay una vida recobrada, inventiva, de personas tan diferentes que se apoyan para vivir.

 

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