La agrupación cultural de la Parroquia, organizó nuevamente y como es tradición, la trilla a yegua suelta en Chudal, un sector de la comuna de Portezuelo. Para nosotros, una nueva experiencia de empaparnos de las tradiciones huasas de la zona y aprender de la vida campesina, caracterizadas por la solidaridad, compañerismo y esfuerzo.
Todo inicia a las 09:00 am., con la preparación del trigal, cortando a punta de hoz el trigo, agrupándolo y llevándolos a la carreta arriada por una yunta de bueyes comprados especialmente por el dueño de la estancia para la ocasión y que dicho sea de paso, son los únicos de la comuna. Las yeguas comienzan a alistarse en el ruedo conocido como era, guiadas con dureza por las colleras inscritas, a punta de horqueta los campesinos revuelven las gavillas que separan la paja del grano y preparan el recorrido de las yeguas Todo esto al son de tonadas y cantos de los conjuntos folclóricos y un gran artista local, cantor popular don Segundo Pedreros, quien a sus 83 años, está siempre presente y atento al llamado del público. Amenizado con mistela (ramas de culén maceradas, luego mezcladas con agua ardiente) y pasteles; los típicos chilenitos o pajaritos.
Tras la faena, la invitación es a presenciar la misa de eucaristía en celebración y ofrenda en agradecimiento a los frutos de la tierra y el trabajo de los campesino, a cargo del padre de la comuna, quien refleja y sigue los pasos del Padre Ricardo Sammon, preocupado por mantener vivas las tradiciones y el contacto con el pueblo.
Al almuerzo, las comidas típicas, en esta ocasión asado de cordero con verduras; tomate y poroto verde, el que es cocinado con las técnicas de antaño, “como lo hacía mi abuela” nos comenta una de las mujeres cocineras. Segundo plato, tallarines con salsa hecha en base de ají lavado, lo que hace reducir su picor, con aliños y gran sazón, comúnmente también acompañado de carne de cordero picada.
Si bien, en la actualidad existen máquinas sofisticadas que velozmente realizan esta función, la tradición viene acompañada de una gran fiesta, baile y cerveza se apoderan de la jornada.
La tarea no termina aquí, luego de todo este arduo trabajo a los días y siguiendo bajo el penetrante sol de enero, queda la limpieza por medio del aventado, alzando las gavillas flotando la paja y que, gracias al peso del grano, este queda en su mismo lugar, logrando su separación.
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