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Residencia: Co-lugar, especies de espacios Chañaral - Población 26 de octubre y ampliación norte sur, Atacama - 2019 Residente: María Cecilia Coddou Mc Manus
Publicado: 13 de diciembre de 2019
Archivos derramados

Pero ver, en un sentido enfático, siempre es ver de forma distinta, es decir, experimentar. No se puede ver de manera distinta sin exponerse a una vulneración. Ver presupone la vulnerabilidad. De lo contrario, solo se repite lo mismo. Sensibilidad es vulnerabilidad. La herida —así podría decirse también— es el momento de verdad que encierra el ver. Sin herida no hay verdad, es más, ni siquiera verdadera percepción. En el infierno de lo igual no hay verdad.

La salvación de lo bello

Byung-Chul Han

 

Cruzamos la carretera y llegamos al espejismo de una playa, hermosa pero deshabitada, la costa de Chañaral se encuentra contaminada con residuos de relave minero arrojados entre los años 1938 y 1990. Debido a ello la playa se instala como un espacio inútil en su carácter de espacio público y en todos los usos que uno fantasearía. En ella no es posible la recreación, ni la utilización de los recursos costeros ni el uso de la misma como un lugar de encuentro vecinal.

 

Al recorrer la costa nos encontramos con objetos semienterrados, vestigios de dos aluviones  acontecidos en la ciudad, uno en el año 2015 y  otro en el año 2017.  Expuestos allí como esculturas públicas, los objetos personales de los habitantes de Chañaral se exponen como un museo de sus vidas privadas, como archivos personales que han sido expulsados violentamente del interior de las casas hacia el espacio publico.

 

La playa de Chañaral es una herida abierta que no cicatriza, una herida anestesiada con la cual los Chañaralinos se han acostumbrado a vivir, se han naturalizado la problemáticas ambientales  y se  ha vuelto  parte de una realidad cotidiana que no se cuestiona  y esto no sucede por simple comodidad sino porque se ha perdido el sentimiento de creer en un cambio real es posible.

 

 

 

 

 

 

 

 

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