Pasada las nueve de la noche ya habíamos hecho dos pasadas de la obra. El calor aún de noche estaba presente. El agua, los jugos y los bizcochos, volaron. Decidimos dejar las luces encendidas de la sala y no ensayar. Habían rostros cansados. Y preferimos dos ejercicios.
Francisca, una de las vecinas y que en la obra es una tramoyista recién llegada a Panquehue, tiene un tono bajito de voz. Le pedimos que se subiera, a uno de sus espacios durante la puesta en escena: al borde del escenario y sentada, dejando caer sus pies. Francisca tiene veinte años, es tímida y creativa. Ahora vamos a escuchar su texto, su ensayo frente a nosotros en platea. Su primer público.
La voz de Francisca apenas se escuchó. Empezó de nuevo, esta vez con una conversación en voz alta con Víctor Hugo. Las respuestas empezaron a escucharse más y más alto, manteniendo la dicción. ¿Cuál fue la última película que viste?, ¿cuál libro, cuál? ¿Quién ?
Francisca, habló de su libro, de su película, de lo que le gustaba. La voz de Francisca se había rebelado. Su actitud era una onda expansiva.
Eli, la tía de Francisca, dice: es que en la casa hablamos bajito.