Joaquín llega muy temprano, casi una hora antes de la hora que nos reunimos. Es un entusiasta. Dice que va a su casa y vuelve luego, regresa a las 4.45, aún no ha llegado nadie, protesta. ¿Y sí no viene nadie más? nos pregunta con los ojos muy abiertos. Trabajamos entre nosotros le decimos, empezamos a pintar el mural con la esperanza que se sumen más. Joaquín no puede creer que no llega nadie más- qué raro– reitera preocupado. A mi también me parece extraño. Hace mucho calor. Pienso puede ser una de los motivos.
Al rato llega Amanda con delantal al mural, luego Claudio con cara de mucho sueño, dice que viene de dormir siesta. De pronto aparece Maxi en bicicleta, más tarde pasa Cristóbal diciendo que no podía venir hoy porque tenía que hacer con la mamá. Así seguimos frente al mural, avanzamos mucho, probamos una plantilla de hormiga y gusta el resultado. Amanda crea un juego con las hormigas que no nos quedan bien pintadas. Hormigas aplastadas, sugieren pintarlas con un poco de rojo para simular sangre.
Hoy nos acompaña Isidora en la pandilla, antropóloga que nos vino a ayudar en recopilar conversaciones con vecinas de distintos sectores de la comuna, para armar un libro versátil y que contenga los procesos vividos durante la residencia, tanto de la pandilla como del grupo de teatro.